My Anniegirl,
Every day during math I catch a sliver of God’s view. What a sight to behold!
You came home every day last year screaming how you hated math and couldn’t do it. This year in homeschool you choose math first and have a newfound love of numbers and equations.
I watch you as I give simple instructions, put two weights here, this one there, the math balance immediately out of whack. You stare at it in wonder, trying to understand why. I say, add one weight to balance it. You stare in silence. One weight on, even more out of balance now. You quickly remove it, bewildered. Another attempt, still no. I sit back in awe at your struggle, the tension in the unknown. Frustration mounting, you begin to roll around. You look at me, a little glare, it doesn’t work. I smile timidly, my heart swelling with joy for your challenge. I stay still, silent, speaking would terminate the process, the learning. I wait.
You sit and stare. One more try, one more weight. The emotions run high, I knew it!! I put this there, and that there, and had to do it like this because…with an added eye roll for good measure, that was easy…
Joy fires up my insides. High fives and tickles and I knew you could do it.
He can’t interfere, our brains would turn off. The lessons would not be ours, sacred, for safekeeping, for future sharing.
Mi Anniegirl,
Todos los días, durante las matemáticas, soy testigo de una pizca de la visión de Dios; qué espectáculo para la vista.
Llegaste a casa todos los días el año pasado gritando que odiabas las matemáticas y no que podías hacerlo. Este año en la educación en casa, eliges las matemáticas primero y tienes un nuevo amor por los números y las ecuaciones.
Te observo mientras doy instrucciones simples, pon ese peso aquí, este allí, el equilibrio matemático se sale inmediatamente de control. Lo miras asombrada, tratando de entender por qué. Digo, mueva un peso para equilibrarlo. Miras en silencio. Agregas un peso, aún más desequilibrado. Lo quitas rápidamente, desconcertado. Otro intento, todavía no. Me siento asombrada por tu lucha, la tensión aumenta. La frustración aumenta, empiezas a darte vueltas. Me miras, una pequeña mirada, no funciona, lo veo en tu cara. Sonrío tímidamente, mi corazón se hincha de alegría por tu desafío. Me quedo quieto, en silencio, hablar terminaría el proceso, el aprendizaje. Tranquila, espero.
Te sientas y miras. Un intento más, un peso más. ¡Las emociones corren! !Lo sabía! Puse esto allí, y eso allí, y tuve que hacerlo así porque ...
La alegría enciende mis entrañas. Chocamos los cinco, te hago cosquillas, sabía que podrías hacerlo.
No puede interferir; nuestros cerebros se apagarían. Las lecciones no serían nuestras, sagradas, para nuestra custodia eterna.