Our lesson in relief society today was on President Nelson’s talk, “Faith to Move Mountains.”
I was thinking about how our faith always has to be placed in Jesus Christ, in His will for us. My faith is not in a miracle I seek, not in a priesthood blessing I received, not in my goals, desired outcomes, or my works...
My faith, belief, and trust is always in Him, and is manifest in my staying near Him no matter what happens - staying bound to Him through covenant when all does not go as hoped or planned.
These thoughts led me to a few other thoughts: Christ had perfect faith in His father, perfect faith - he couldn’t have had any more faith!
But even His flawless faith could not ward off mortality’s suffering: people wanted to kill him at every turn; He was constantly trying to get His closest friends to see who He was and what he had come to do; He eventually walked into a garden and endured the most pain any being would or could ever experience, directly after which He was arrested, beaten, and tried in the most unjust trial in the world.
If that wasn’t bad enough, He was then hung on a cross while those He came to save celebrated His death.
He had perfect faith and still everything went seemingly wrong.
…but actually it all went right.
There was always a plan, always a planned resurrection, always sure promises.
The Savior chose to endure everything that would “go wrong” to win the final prize of being given all power to right every wrong for the entire human family.
This is my faith: I hang on, through everything that goes wrong, trusting Him “with the utmost assurance” that He is actually making everything more right.
Nuestra lección en la sociedad de socorro hoy fue el discurso del presidente Nelson "Fe para mover montañas.”
Estaba pensando en cómo nuestra fe siempre debe estar puesta en Jesucristo, en Su voluntad para nosotros. Mi fe no está en un milagro que busco, ni en una bendición del sacerdocio que recibí, ni en mis metas, resultados deseados o mis obras ...
Mi fe y confianza están siempre en Él, y se manifiesta en mi permanencia con Él sin importar lo que pase, permaneciendo unido a Él, a través de mis convenios, cuando todo no sale como se esperaba o estaba planeado.
Estos pensamientos me llevaron a otros pensamientos: Cristo tenía una fe perfecta en Su padre, una fe perfecta; ¡no podría haber tenido más fe!
Pero incluso su fe impecable, no significaba que su vida fuera fácil: la gente quería matarlo a cada paso; constantemente enseña y trataba de que sus amigos más cercanos vieran quién era Él, y porque vino; finalmente, entró en un jardín y soportó el mayor dolor que cualquier ser podría experimentar, solo para ser arrestado inmediatamente después y juzgado en el juicio más injusto del mundo.
Y luego, después de todo eso, fue colgado en una cruz mientras aquellos a quienes había venido a salvar celebraban Su muerte.
Tenía una fe perfecta y todo salió aparentemente mal.
Pero en realidad todo salió correcto, bien!
Siempre hubo un plan, siempre una resurrección planificada, siempre promesas seguras.
El Salvador decidió soportar todo lo que “saldría mal” para ganar el premio final de que cada “mal” se corrigiera, para Él mismo y para toda la familia humana.
Esta es mi fe: me aferro, a pesar de todo lo que sale mal, confiando en Él “con la mayor seguridad” de que Él realmente está haciendo que todo sea aún más correcto.